miércoles, 31 de diciembre de 2014

Los mandarines, Simone de Beauvoir (fragmento)

“Me parecía reconocer encrucijadas, baldíos, rieles; pero todos los rieles, todos los baldíos se parecen. Un estanque, un viaducto me parecieron familiares; era como si las cosas estuvieran ahí, pero hubieran cambiado de lugar. ¡Qué locura! –pensé–. Uno se va, dice: Volveré, porque es demasiado duro irse para siempre, pero es una mentira; no se vuelve. Un año pasa, pasan cosas, nada es igual”. Capítulo VIII.

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