martes, 13 de febrero de 2018

Bruna-Maura Maura-Bruna, de Aurora Venturini (fragmento)

VIII
EL VIAJE EN FORD HACIA LA RECOLETA

Es aquí, pues ¿donde la gente viene para vivir? Más bien hubiera pensado que aquí se muere. Es un asyle de nuit.
En ese asilo nocturno dormirá Bruna Maura mientras Maura Bruna o hace en su Maison d´Accuchement, albergue cálido con acolchado de plumas de avestruz.
Son destinos.
Entraron por los senderos de los coches fúnebres hasta la veredita del panteón.
Bajaron al último sótano.
Vaciaron la bolsa del residuo humano sin piedad, como quien tira basura.
Miraron.
Vieron la carita verdosa y los ojos muertos.
Salieron los crueles en punta de pie temiendo despertar a la bella durmiente.
Olvidaron cerrar la puerta con candado y partieron por donde vinieron.
Locos de aleluya del despegue, fornicaron en el asiento del Ford.
Diálogo conyugal: "... las abuelas ya no se sentirán deshonradas".
"... tu madre se llamaba Bruna."
"... la tuya Maura".
"... nuestra hija honrará los dos nombres que por desidia o apuro o no sé qué, dimos a la mal nacida."
Siguieron fornicando.
Querían concebir un varoncito para honrar a los abuelos, a escasas cuadras de la Recoleta donde los espíritus crepusculares salen a dar sus paseos, viendo todo y sin ser vistos.
Algunos espíritus curiosos oyeron el resuello de los pecadores y se santiguaron con sus manos de hueso expuesto, aunque invisible.

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